Comentario
Venezuela formó su unidad regional precisamente en esta centuria. Al comenzar la misma lo que hoy es Venezuela estaba formada por tres gobernaciones independientes entre sí que eran las de Venezuela propiamente dicha o Caracas, la de Margarita y la de Nueva Andalucía o Cumaná. Dependían jurídicamente de la Audiencia de Santo Domingo y política y militarmente del virreinato de la Nueva España. En cuanto a Mérida, Maracaibo y Trinidad de la Guayana eran tres gobernaciones del Nuevo Reino de Granada. El proceso de integración de todo este conjunto en lo que luego fue la Capitanía General de Venezuela fue largo y laborioso y dependió fundamentalmente de dos circunstancias, una económica y otra de índole político militar. Ya dijimos anteriormente que todas las gobernaciones venezolanas fueron parte del virreinato santafereño hasta que el gobernador Zuluaga puso de relieve lo ineficaz de dicho sistema, lo que mereció que Madrid aceptara en 1742 la separación de Venezuela en materias de gobierno, guerra, hacienda y real patronato. A partir de entonces se concedió al gobernador de Venezuela la supervisión del contrabando en Maracaibo, Cumaná, Margarita, Trinidad y la Guayana. Fue el primer paso.
La enorme producción de cacao (95.000 fanegas hacia 1753) y el control de la Compañía Guipuzcoana (1728) fueron marcando más la singularidad del territorio en el que surgió la sublevación de Andresote el año 1749 contra el monopolio de la Compañía. Los amotinados llegaron a Caracas y expulsaron al factor de la Guipuzcoana, exigiendo luego al Gobernador el extrañamiento de todos los vascos. Todo se arregló al cabo sustituyendo al factor, abriendo los almacenes de la Compañía al pueblo para que comprara en ellos a precios más justos, arreglando los precios del cacao y autorizando la venida de buques de Veracruz y Canarias. Otra sublevación protagonizada por Francisco de León (1751) contra la misma Compañía explotadora fue dominado con mayor dificultad autorizando a los agricultores a ser socios de la Compañía, permitiéndoles enviar a España el sexto de un buque con sus frutos y estableciendo un precio más justo para el cacao (12 pesos la fanega). Todo esto demostró la conveniencia de robustecer el sistema militar, lo que se hizo organizando milicias de blancos y pardos y trasladando a Venezuela el regimiento de Lombardía.
En 1770 fue enviado a Caracas don José de Ábalos, contador mayor del Tribunal de Cuentas, para organizar los ramos fiscales, lo que hizo puntualmente recomendando luego la formación de la intendencia de Venezuela, que se llevó a cabo en 1776. La intendencia, segundo gran paso para la integración regional, comprendía Caracas, Maracaibo, Cumaná, Trinidad, Margarita y Guayana. Al año siguiente se creó la Capitanía General de Venezuela (1777) con los mismos territorios. El tercer paso se dio en 1786 con la fundación de la Real Audiencia de Caracas. Posteriormente se establecieron el Consulado (1793) y el Arzobispado de Caracas (1803) que completaron la integración regional. Venezuela hizo frente a otras reformas como la expulsión de los jesuitas y el Reglamento de Libre Comercio, del que estuvo excluida hasta 1781. La Capitanía perdió Trinidad en 1797, conquistada por los ingleses. El mismo año comenzó una gran agitación política de los criollos; conspiración de Gual y España, en complicidad con el español Picornell para proclamar la república en Venezuela. En 1806 Francisco Miranda desembarcó en Ocumare y Coro confiando que sus compatriotas le seguirían en el proyecto de independizar Venezuela de la tutela española. No fue así y tuvo que regresar a Londres. En 1808 se descubrió en Caracas una conspiración para instalar una Junta de Gobierno similar a las españolas.
La población venezolana es difícil de calcular dado lo cambiante de su marco administrativo. A fines de la colonia, ascendía a 786.000 habitantes según Aurrecoechea, 728.000 según Depons, 975.972 según Dauxion (1807) y 900.000 según Humboldt (1810). La provincia de Caracas, con 427.205 habitantes, era la mitad de la Capitanía. En cuanto a la composición étnica, era aproximadamente de 26% blancos, 15% indios, 51% libres y 8% esclavos. Sorprende el enorme número de libres (negros, mulatos y mestizos) que constituía la población asalariada.
Venezuela sobresalió por su enorme agricultura comercializable. El cacao se cultivaba en los valles de Aragua y en Maracaibo, enviándose principalmente a España, aunque también a México. El añil se introdujo en el último cuarto del siglo XVIII y desató una verdadera fiebre, declinando a principios del siglo XIX. El algodón llegó a ocupar un lugar importante en las exportaciones, pero fue desplazado por el norteamericano. El tabaco se cultivaba especialmente en Barinas. La caña de azúcar se destinaba principalmente al consumo interno en forma de papelón o a la elaboración de guarapos. En los últimos años del dominio español se introdujo el café, que se expandió notablemente al cultivarse en las laderas de las montañas, zonas anteriormente improductivas. El maíz, plátano, yuca, etc. cubrían las necesidades internas. En cuanto a los modelos productivos fueron plantación y hacienda, así como sus formulas intermedias. La producción agrícola exportable de Venezuela, en 1808, era de 122.000 fanegas de cacao, 800.000 libras de añil, 800.000 libras de algodón, 90.000 fanegas de tabaco y unas 3.000.000 de libras de café.
La ganadería se ubicaba en Los Llanos. El vacuno se consumía en el mercado interno, exportándose unos 120.000 cueros al pelo anuales, que bajaron a 80.000 en 1809. En el Oriente quedaban restos de la antaño esplendorosa ganadería mular, que se exportaba a las Antillas. Venezuela careció de minería, salvo alguna extracción de cobre en Cocorote y vivió con una permanente demanda de numerario. Cuando no se ponía en circulación el dinero recaudado por la Real Hacienda, se producía un auténtica carencia de circulante que dificultaba el desenvolvimiento económico. En 1808 se recaudaron 953.129 pesos y 4,5 reales, pero los gastos (motivados por las necesidades defensivas) ascendieron a 1.629.103 pesos y 1 real. Al expulsarse a las autoridades españolas quedaron en las cajas reales 390.000 pesos, de los que 180.000 pertenecían a la renta del tabaco.